No es lo mismo dolor que sufrimiento.

El sufrimiento es la represión del dolor, sufrimos cuando nos negamos al dolor. Esta información puede hacer que dejes de sufrir tanto y cojas las riendas de tu vida. Si sueltas el apego al sufrimiento y buscas el mensaje de tu dolor, podrás vivir en un mundo mejor. 

Existe el dolor físico, que siempre se produce por alguna razón y nos aporta alguna enseñanza, y por otro lado está el sufrimiento que tiene su origen en la propia reacción ante ese dolor.

El sufrimiento no lo produce la realidad, sino la mente en la que se arraiga el deseo, la exigencia, los prejuicios, los miedos, etc. Por ejemplo, si vamos al campo, llueve y nos enfadamos, la causa del enfado no está en la lluvia, sino en nuestra propia reacción, porque se han contrariado los propios planes y deseo. Puedes sentarte a quejarte y sufrir o puedes buscar una alternativa.

Con el dolor pasa lo mismo, si sientes dolor, puedes lamentarte y sentarte a sufrir o puedes dejar que el dolor duela, aceptarlo, buscar su causa y su mensaje y dejar que se vaya. Decidas lo que decidas, el dolor estará ahí, pero si lo enfrontas, se ira antes. Sin embargo, el sufrimiento lo que hace es intensificar y prolongar ese dolor.

“El dolor es inevitable y el sufrimiento es opcional” Buda.

Podemos definir el dolor como una experiencia sensorial, es un estado de total desequilibrio que nos hace daño y que es causado por un impacto fuerte, duro y desestabilizador a raíz de una agresión o pérdida. Afecta física, emocional y mentalmente, y perdura hasta que la persona se pueda restablecer

El sufrimiento va un paso más allá. El sufrimiento es una respuesta cognitiva que tenemos ante un dolor físico o ante una situación dolorosa, es la resistencia a aceptar un estado doloroso y permitir que este se exprese.

"La persistencia en el tiempo de una emoción o de un dolor, se debe a que no nos permitirnos expresarlo"

Si no expresamos y aceptamos el dolor se convertirá en sufrimiento y este con el tiempo se convertirá en la enfermedad de la queja … “nunca voy a superar esto, es muy difícil, lo intentaré, pero nada puedo hacer, no depende de mí…. Etc.

El sufrimiento es un conjunto de emociones y pensamientos que se entrelazan, adquiriendo mucha más intensidad y duración que el dolor. De hecho, el sufrimiento puede durar indefinidamente, aunque la situación que lo provocó ya se haya solucionado.

Cuando una persona sufre, suele presentarse alguna de las siguientes características:

No acepta el dolor o la situación y se rebela: "¿Por qué a mí?, no es justo, no debería ser así", etc.

Se siente incapaz de hacerle frente, ya que está convencida de no tener los recursos necesarios para vencer la amenaza, no cree que pueda solucionar el problema o acabar con el dolor de manera exitosa, por lo que se siente indefensa.

Vive un grado importante de incertidumbre y no sabe cuándo o cómo va a terminar su sufrimiento y en ocasiones piensa que esa situación va a durar siempre.

Cree que no lo va a poder soportar, predomina un sentimiento de impotencia y de no tener control sobre lo que sucede e incluso sobre sí mismo, y eso se manifiesta en la intensificación de diferentes estados de depresión, enojo, autocompasión, etc.

Podemos sufrir ante:

• Un hecho real, que está sucediendo en el presente.

• Un hecho imaginario, una situación que creemos que se va a dar en el futuro

Existen dos tipos de sufrimiento:

El consciente, es el que hace que la persona tenga claro lo que la hace sufrir y el inconsciente, qué es una sensación de agotamiento y cansancio pero que la persona no identifica claramente su origen.

En todo caso, es muy importante saber que el dolor está ahí y duele, y el sufrimiento es un intensificador y prolongador de ese dolor.

Rosa Pavón Batlle